Cuando nuestra pareja es vainilla

Estaba hace unos días bromeando con mis compañeros/as de trabajo a cuenta de los posibles cuernos de los presentes y sus motivos (conste que de vez en cuando también trabajamos), cuando me tuve que contener para no mencionar como posible motivo, el gusto de una de las partes por el BDSM.

El caso es que siendo la diferencia de interés por el sexo, una importante causa de fricción entre las parejas, la situación se complica cuando se trata del BDSM. Y es que no nos engañemos, ya no se trata del típico “no me apetece”, sino que nos arriesgamos a una severa acusación de enfermos mentales, violentos, agresores, etc., y a la desconfianza que desde ese momento pueda tener nuestra pareja.

Ahora bien, ¿qué opciones hay cuando somos amantes de las ataduras o los azotes y nuestra pareja no está ni de cerca por la labor?

La primera opción es aguantarse. De hecho cuando conocemos a esa chica maravillosa, o chico, tratamos con ellos y finalmente nos enamoramos, lo último que nos preguntamos es si gustará o no el BDSM. Durante esa fase de atontamiento, perdón, quise decir enamoramiento, la química cerebral nos impide pensar con un mínimo de lucidez, nuestra nueva pareja nos llena, por lo que la posible renuncia a nuestras prácticas se percibe como una opción perfectamente asumible.

Con el tiempo todo vuelve a la normalidad y poco a poco el deseo de una vida plena que incluya el BDSM se va haciendo un hueco entre nuestras necesidades.

Llegados a este momento y suponiendo que sigamos a gusto con nuestra pareja, volvemos a plantearnos que hacer. Básicamente, las opciones son tres: la renuncia, intentar atraer a nuestra pareja hacia nuestros gustos o buscar una alternativa fuera de la pareja.

Obviando las opciones morales, que pertenecen al terreno de lo personal, podemos intentar analizar cada una de las opciones.

La renuncia

Al renunciar se obtienen algunas ventajas con respecto a las otras dos alternativas ya que evitamos los riesgos propios de tener una relación fuera de la pareja y los no menos serios de intentar atraer a nuestra pareja hacia un mundo que puede considerar aberrante.

Desgraciadamente, vivir con una renuncia constante, especialmente en nuestros instintos vitales, es una fuente de frustración que suele llevar aparejados trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad, lo que tarde o temprano afectará a la salud física y a la relación con nuestra pareja, por lo que aunque suele ser la primera opción que elegimos, tarde o temprano pasamos a la segunda opción.

La persuasión

A priori, la opción de atraer a nuestra pareja hacia nuestro mundo, resulta la más interesante. Indudablemente conseguir que nuestra pareja sea también nuestro/a esclavo/a o amo/a, dota a nuestra vida de una plenitud, sin duda envidiable. Sin embargo los riesgos de intentarlo o incluso conseguirlo no soy desdeñables.

Cuando nuestra pareja lo es en fase de noviazgo, aun podemos contar con una mayor voluntad de acercamiento y es menos arriesgado tantear, bromear, “olvidar” abierta una página temática en el ordenador e incluso proponer juegos de iniciación.

Una vez, que se ha formalizado la relación, aparecen inflexibilidades en la forma de pensar y actuar quizá debidas a un inconsciente deseo de estabilidad. En esta fase es más difícil encontrar comprensión en nuestra pareja. Peor aún, si el asunto se lleva sin un exquisito cuidado, podríamos crear una brecha en la confianza difícil de superar.

Como bien sabemos, la incomprensión hacia los juegos de D/S, es de las más extendidas y tal y como comentaba al principio, con demasiada frecuencia se nos ve como auténticos tarados. A partir del momento en el que descubrimos nuestras inclinaciones nos arriesgamos a que las inevitables discusiones de pareja se acompañen de toda clase de acusaciones. Desde agresores si somos amos/as a enfermos/as en el caso de los/as sumisos/as.

 El otro riesgo, especialmente por parte de los/as sumisos/as, es el de acabar sumidos en una situación de violencia o humillación no deseada, ya que sus parejas reconvertidas en amos/as, carecen en general de una idea clara sobre los métodos y límites, que solo se adquieren con la práctica y las relaciones personales entre amantes del BDSM.

Los/as amantes

La última opción es la de buscar un complemento fuera de la pareja. En principio los riesgos son los mismos que los de cualquier otra relación fuera de la pareja, por lo que no merece la pena extenderse, sin embargo los/as sumisos/as, (y sus amos/as) deberán tener en cuenta que cualquier tipo de práctica deberá evitar las marcas o al menos reducirlas a aquellas que en caso de descubrirse sean fácilmente justificables.

Otro factor que no suele tenerse en cuenta, es que el estrés ocasionado por el riesgo a ser descubiertos puede afectar negativamente a las relaciones. Por tanto, antes de elegir esta opción, deberemos estar razonablemente seguros de que se dispone del un lugar y tiempo en prudentes condiciones de seguridad, así como la suficiente estabilidad emocional. En general son dos condiciones sencillas de cumplir por casi todo el mundo, pero que no por ello deben ser infravaloradas.

Entre sus ventajas, contamos con que evitan todos los problemas citados en las dos opciones anteriores y que ofrece unas condiciones muy adecuadas especialmente a ese 50% aproximado de mujeres, que según algunos estudios, sueñan con verse sometidas pero que no se atreven a llevarlo a la práctica.

Efectivamente, muchas mujeres unidas a hombres que las tratan llenan de atenciones y cariño, sueñan con que un hombre las tome sin contemplaciones, con brusquedad, que les de unos azotes o que las ate y las utilice como a putas para su placer.

Lo que no quieren es vivir permanentemente en una situación de sumisión, sino que desean seguir con su vida tranquila y solo esporádicamente saciar su necesidad de un comportamiento sexual más intenso y salvaje.

Para conseguir compaginar estas dos vidas sin arriesgarse a un cambio no deseado en su pareja o a la incomprensión, esta es la opción más adecuada.

Para finalizar, se puede decir, que el hecho de vivir con una persona que no comparte nuestros gustos por los juegos de D/S, incluso en su versión más light lleva consigo algunos problemas a los que tarde o temprano habrá que hacer frente, sin que exista una solución válida para todo el mundo.

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